Mucho se ha hablado, se habla y se hablará sobre liderazgo, tomas de decisiones, formas de comunicar y otros tantos temas que tienen que ver con cargos de responsabilidad dentro de una organización.  Esto implica casi siempre dirigir un equipo de personas.

Pero muy poco se habla sobre la soledad que enfrenta el directivo en los momentos de tomar decisiones y qué papel juegan sus emociones.

Frecuentemente escuchamos a personas manifestando su cansancio y agotamiento por el trabajo, sus exigencias y presiones. En su mayoría escucho eso de personas con responsabilidad de liderazgo dentro de una organización.

“Estoy muy estresado necesito tomarme unos días”.

“Estoy agotado de tanta presión”.

“Estoy hasta arriba de trabajo, totalmente desbordado”.

Son todas expresiones que hemos escuchado alguna vez todos nosotros. Sin embargo es importante ser consciente que lo que provoca ese cansancio no es tanto el trabajo en si mismo sino la obligación constante de tomar decisiones que el jefe sabe que tendrán consecuencias en otros, a veces buenas, otras no tanto.

Podrá hacer consultas con colaboradores, colegas o nutrirse de todo tipo de información pero en el momento de la verdad, en el momento de decidir está solo y él debe asumir la totalidad de responsabilidad de sus acciones.

Es en ese espacio de intimidad y soledad, donde el jefe se enfrenta a todo tipo de influencias del entorno: la organización, los compañeros, sus subordinados (aunque no me guste la expresión),  sus propios jefes, los clientes, la familia…

Estar centrado, en contacto con sus emociones, sus valores y tener claro sus objetivos es lo que le aportará la serenidad de espíritu y consciencia para tomar las decisiones con libertad.

En este tipo de situaciones he encontrado que el contacto con un coach resulta de un inestimable valor.  Se canalizan muchas angustias, se despejan dudas, se refuerzan objetivos y  muchas veces hasta se toman las decisiones en la misma sesión.

Para pensar…

Hasta pronto.